Interminable confrontación entre Estados Unidos y China

Yolaidy Martinez Ruiz

Beijing, 28 sep (PL) Estados Unidos no descansa en su rivalidad con China y su obsesión siembra discordia lo mismo en el tema comercial, militar, asuntos internos como la isla de Taiwán, que hasta en su propio escenario político.

Casi desde comienzos de este año a diario es noticia alguna estratagema de Washington que inflama más y más la caldeada situación entre la primera y segunda potencia del mundo.

La comunidad internacional ha visto y oído de todo: denuncias sobre robo de tecnología y propiedad intelectual que derivaron en una guerra económica sin final previsible, polémicas disposiciones para aproximarse a Taiwán, así como incursiones bélicas en aguas jurisdiccionales y sanciones militares por la cooperación con Rusia.

Afectaciones por decisiones de Trump

Ahora, lo más reciente en la controversia es la acusación del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre la supuesta injerencia de Beijing en las elecciones de medio término que se celebrarán en noviembre.

Según dijo ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el gigante asiático «no quiere un triunfo de su partido (Republicano)» por ser el primer presidente que lo desafió en materia comercial.

Los comicios parciales son importantes porque se renovarán todos los escaños de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Ambos órganos legislativos de momento están en poder republicano.

Pero encuestas y politólogos coinciden en que la votación será una especie de referendo sobre la gestión del mandatario y vaticinan una victoria del Partido Demócrata gracias a la impopularidad del actual jefe de la Casa Blanca.

China, por su parte, rebatió de forma contundente, inmediata y oportuna todos y cada uno de los pretextos usados por Estados Unidos en su arremetida interminable.

Respecto al último capítulo de la saga, además de expresar su firme rechazo en la ONU y aquí, calificó de infundada la acusación sobre la supuesta injerencia.

Geng Shuang, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, exigió a Washington que dejar de difamar a su Gobierno y proceder con acciones perjudiciales para las relaciones bilaterales e intereses de ambos pueblos.

«China siempre se adhirió al principio de no intromisión en los asuntos internos de otras naciones. Es una tradición de la política exterior (…)

La comunidad internacional está consciente de cuál es el país que interfiere en las cuestiones domésticas de otros», aseguró.

Sus declaraciones reafirmaron las del
canciller chino, Wang Yi, quien ante la Asamblea General de la ONU se pronunció en similares términos poco después de que Trump planteara el señalamiento.

Un artículo del diario local Global Times asegura que esta última acción forma parte de una campaña del gobernante norteño para vincular a Beijing en el sufragio de noviembre.

«La sociedad estadounidense no acepta intromisión foránea en sus procesos electorales. Es por eso que Trump usa esa táctica proselitista (…) su meta es voltear el asunto en un juego de ataque contra China para ayudarlo a captar más votos», indicó.

El periódico afirmó que el mandatario necesita convencer a los republicanos de que entre más se agrave la confrontación, especialmente en el terreno económico-comercial, más apoyo recibirán durante la votación y aumentará el respaldo a su deseada reelección en 2020.

Sin embargo, Global Times desestimó el éxito de dicha estrategia.

Aun en los momentos de mayor tensión China insiste en el diálogo, pero va elevando el tono de su respuesta y advierte de serias consecuencias a medida que la Casa Blanca echa más leña al fuego con conductas erróneas.

Lo que está claro es que Trump, con su actuar beligerante, impide acercarse a una salida y puja por sumir al mundo en una turbulencia que lastrará la economía, la estabilidad y la paz global.

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